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Teismo y ateismo

Teismo y ateismo


En apariencia, el titular de este artículo puede considerarse un tema complicado, pero ello ocurre si nosotros lo complicamos. Veamos, nadie puede demostrar nada, si existe Dios como si no existe. Por lo tanto es un debate tan bizantino como inútil.

Claro que eso requiere una reflexión. El ser humano puede existir y sobrevivir gracias a que existe el universo, las estrellas, la atmósfera y el oxígeno, el agua, el sol, etc., etc. Por lo tanto, el ser humano es un ser interdependiente y sometido a las leyes universales. Como dice Séneca: «La naturaleza nos ha dado las semillas del conocimiento, no el conocimiento mismo«.

Por lo tanto, lo que depende del ser humano es comprender las leyes de la naturaleza y aplicar esos conocimientos para facilitar su vida. Si existe una necesidad “religiosa” o espiritual, se debe a que el ser humano dispone de unas cualidades especiales que lo distingue del resto de los animales. No puede actuar en sociedad bajo los instintos animales, ya que es un ser civilizado, esto es, que se ha organizado su vida en ciudades1, y no en la selva. Lo mismo que los padres suelen ser modelo para los hijos, el ser humano necesita de un modelo “ideal” que regule y organice la convivencia en las ciudades, y ese modelo ideal puede ser de origen filosófico o religioso2 . De aquí la necesidad de conocer ese concepto místico de Dios, que puede ser concebido bajo un prisma antropomorfo, proyectándose en una figura similar al ser humano.

Pero para otras formas religiosas, ese “Ser” no puede ser definido, comprendido o representado, como ocurre en el Islam. Por tanto, no se trata de una cuestión filosófica o teológica, sino de vivencia, pues se trata de sentir la vida, el pálpito de la naturaleza, los sentimientos y emociones. El concepto de Dios (Allah o Yave) en el misticismo sufí es una experiencia, no un pensamiento racional. En esta visión, por tanto, el concepto de Dios responde a un concepto de unidad y unicidad entre el ser humano y el universo, cuya energía vital es la espiritualidad.

Claro que, la tentación de toda forma de poder es someter a las distintas creencias religiosas bajo su dominio y control mediante instituciones como las iglesias, mezquitas o sinagogas, regidas estas por curas, imanes o rabinos. De eso no se salva ni religiones ni ideologías. En las ideologías hemos visto, a lo largo de la historia, cómo ideas revolucionarias y justas hayan sido alteradas para servir a formas de poder tan despreciables, como las que pretendían combatir.

Se trata de respetar y seguir las enseñanzas de los hombres y mujeres de sabiduría y, por supuesto, ser coherentes que, como dijo el mismo Séneca: «El mayor deber de la sabiduría, y su mejor indicio, es este: que los hechos concuerden con las palabras, que uno siempre sea el par e igual de sí mismo» (Séneca, Cartas a Lucio, 20.2)


[1] Del latín civĭtas, -ātis ‘conjunto de los ciudadanos’, ‘ciudadanía’, ‘ciudad’, y este derivado de civis ‘ciudadano’, ‘conciudadano’

[1] La palabra «religión» viene del latín religio, formada con el prefijo re- (indica intensidad), el verbo ligare (ligar o amarrar) y el sufijo -ión (acción y efecto).

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