Competencia y colaboración
Es muy probable que hayas escuchado, casi como un mantra, que en un mundo competitivo y de incesante “lucha” es “el más fuerte” el que sobrevive.
En los inicios del capitalismo, como sistema productivo, y del colonialismo con estrategia para extraer materias primas necesarias para sus negocios que otros pueblos y naciones contenían. Esa estrategia requería de una base ideológica y epistemológica que lo justificara. Fue el nacimiento de teorías, entre otras muchas, como la de Darwin con su teoría de la evolución o como la de Hegel con su dialéctica. De ello sólo quiero destacar un pasaje de Hegel en el capítulo IV:
«Autonomía y dependencia de la autoconciencia: dominio y servidumbre» en el que describe, de forma narrativa, el encuentro entre dos seres autoconscientes que se reconocen el uno al otro. Este movimiento, inexorablemente llevado a su extremo, toma la forma de una lucha a muerte en la que uno domina al otro, sólo para darse cuenta de que esto no le da el control sobre el mundo que había buscado1 .
Si el concepto de competencia, o competitividad, era referido al sistema de producción capitalista, el concepto de “dominio” justificaba su estrategia de colonizar pueblos y naciones donde encontrar materias primas para su sistema productivo, o las energías que impulsara la mecanización de su maquinismo. Tras varios siglos de supervivencia de este sistema económico y de la ideología que le ha acompañado, se está cuestionando su dominio, su cultura e ideología, comenzando por cuestionar las teorías antes apuntada.
En un artículo periodístico se cita a un “un estudio desafía la teoría de Darwin sobre la competencia entre especies2” que, entre otras cosas, dice que la competencia parece no ser el principal motor de diferenciación entre especies, sino que las especificidades parecen evolucionar cuando los animales conviven aisladamente. Centrándose en los horneros (Furnarius), una de las familias de aves más diversa en el mundo, el equipo dirigido por la Universidad de Oxford, en Reino Unido, llevó a cabo el análisis más profundo realizado por el momento de los procesos que provocan las diferencias de evolución entre especies.
Si atendemos al mundo natural, podemos comprobar cómo las plantas usan los colores y olores para atraer animales que le ayuden a transportan el polen a otras plantas, como los insectos, ciertos pájaros (colibríes, murciélagos, etc.) y ciertos mamíferos como el lémur. Y las mismas plantas necesitan de otros muchos insectos y microorganismos que habitan en el suelo. Luego, las mismas plantas son alimentos de otros tantos animales: insectos, mamíferos o aves.
La colaboración también es clave en el planeta, como lo han demostrado criaturas que van desde las amebas hasta los grandes mamíferos. Mientras el humano trata de desentrañar lo que hay detrás de conductas cooperativas, la naturaleza sorprende al mostrarnos cómo nuestra vida es posible gracias a las interacciones con otros seres, junto a la enseñanza de los microorganismos y la importancia del holobionte, motivando incluso que algunos cuestionen la existencia del “individuo”. De lo que sí existe certeza es que la cooperación y competencia son dos caras de una misma moneda3.
1.- Wikipedia
2.- La Vanguardia
3.- Ladera Sur